En las vastas llanuras de Irán, la antigua religión de Dakhmeh zartoshtian el Zoroastrismo ofrece un enfoque único hacia la despedida final. Las Torres del Silencio, testigos silenciosos de siglos de rituales, representan un paso sereno hacia la vida después de la muerte. Acompáñanos en este viaje a través de una tradición que busca mantener el equilibrio entre la vida y la muerte.
El Zoroastrismo abraza la idea de mantener la pureza de la tierra y el agua, considerándolas sagradas. En lugar de enterrar o cremar a los difuntos, la tradición zoroástrica opta por llevar los cuerpos a las Torres del Silencio, estructuras elevadas que permiten que las aves carroñeras realicen el último acto de servicio a la comunidad al consumir los restos. Este proceso simboliza el retorno de los elementos del cuerpo a la naturaleza. Las torres se utilizaron hasta los años 70 del siglo xx.
Los preparativos para el entierro implican llevar el cuerpo al borde de la Torre del Silencio. Este acto es realizado por los portadores del cuerpo, una figura ritual importante en el Zoroastrismo. La vestimenta y la actitud de los portadores reflejan la solemnidad del momento.
La colocación del cuerpo en la plataforma de la Torre del Silencio marca el inicio del proceso. Las aves carroñeras, como los buitres, cumplen su papel natural al consumir los restos del difunto. Esta práctica se considera un acto de caridad, ya que se permite que los elementos del cuerpo vuelvan a la naturaleza de una manera respetuosa y sostenible.
En el contexto funerario actual, como Córdoba, los servicios fúnebres han evolucionado, pero la esencia de dar un último adiós con respeto y dignidad sigue siendo fundamental.